viernes, 30 de mayo de 2008

¡Vaya par de ojos!


I
Durante lustros, en amplias áreas del territorio nacional, la educación en el único idioma que compartimos está arrinconaína, al fondo del aula, sin atreverse a rechistar, «por imperativo legal». Niños y niñas, chicos y chicas que comparten cultura y DNI conmigo tienen negado el derecho.

Por decreto, alumnos y profesores han de recibir e impartir las clases en lenguas vernáculas de variada procedencia (animadas por un hálito celta las unas, engarzadas en costumbres y tradiciones prehistóricas las otras, herederas de culturas inefables todas ellas). Por ley, las manifestaciones culturales diferenciadas son subvencionadas, apoyadas institucionalmente, publicitadas, contempladas con sumo agrado, mientras que las compartidas se desenvuelven con frecuencia en la sombra, sin tales ayudas ni parabienes. Por norma, periodistas y periodistos acatan (salvo raras excepciones poco significativas por su poca coherencia) esa norma lingüística y cultural. ¡Quién se atreve a criticar las manifestaciones culturales, sean del pelaje que sean!

II
Algunos políticos extranjeros de fácil ridiculización ibérica (es decir, superficial, primitiva y eslogánica) atrévense (¡se van a enterar!) a decir que los inmigrantes tienen que aprender las lenguas y aceptar la cultura de los países de acogida. ¡OOOOOOOOOHHHHHHH! ¡Faccista, Fasciste, Fasciiiiistas!

Para encontrar los comportamientos que ellos tratan de describir -muy penosamente- con las palabrejas al uso, me temo que, por desgracia nuestra, no es necesario cruzar las fronteras.
La «normalización» lingüística y cultural lleva poniéndose en práctica, y no de palabra sino de facto, desde hace bastante tiempo por aquí cerquita, al otro lado del río. Y sus efectos son patentes desde hace unos años. Todo tiene su rédito.

lunes, 19 de mayo de 2008

Siete malas y una buena

Las siete malas:
  • Niños orientales infantiles recorren las vías comerciales del barrio en bicicletas convertidas en carritos de transporte. Compran y venden, oferta y demanda. Por lo general, miramos a otro lado, pero, si miramos, ni los vemos. «¿Por qué no están en el colegio?», me preguntó Mino al volver a casa.
  • Hace diez años montaron con gran revuelo una mediana en la calle del General Ricardos. Los árboles estaban creciditos ya, los arbustos florecían y era un primor ver la mediana verdivioleta. Ya no hay mediana, han decidido quitarla. Las autoridades organizativas y desorganizativas diseñan y desdiseñan la ciudad a su antojo. Pueden hacerlo pues los ciudadanos no muestran interés en los asuntos comunitarios, apenas prestan atención al desaguisado (se conforman con unos pocos gestos, insultos y ademanes en el bar, en la oficina, en la sobremesa). «¡Mientras no me pille el atasco!», dice Julián, el taxista.
  • Han abierto un mercado nuevo en Oporto, junto al Hipercor. Diecisiete carnicerías, dos pescaderías, una quesería, una frutería, una tienda de móviles, una tienda de muebles estilo franquicia. ¿A dónde nos va a conducir tal desproporción entre la ingesta de productos cárnicos y la ingesta de productos no cárnicos?
  • Desde hace varios años, la Shangai Jiao Tong University elabora un prestigioso ranking de todas las universidades del mundo: Harvard, Stanford, Berkeley, Cambridge, MIT... En la edición de 2007, la primera universidad española es la autónoma de Barcelona, en el puesto 170. La autónoma de Madrid está en el puesto 248, y la complutense (no merecen la mayúscula), en el 255. ¿Para cuándo la tan deseada regeneración de la universidad pública? ¡Butacones, fuera! ¡Catedráticos, a cateladrillar!
  • Noticias del día en RNE: una bomba en Gecho, decenas de miles de muertos y desaparecidos por un terremoto de China, penurias indecibles en Myanmar tras el ciclón. Sin embargo, el tiempo dedicado a todas estas noticias en conjunto es inferior al dedicado a las noticias deportivas, donde se oyen expresiones como «¡Ha sido dramático!» o «¡Trágico como una obra de Shakespeare!». Así pues, parece que los dramas y tragedias no se sitúan fuera, sino dentro de los estadios de fútbol. «Niños enchaquetados y fumones jugando al teatro», pensé.
  • Compro ilusionado un libro de mamíferos: La Gran Enciclopedia de los Mamíferos. La gran farsa editorial. Erratas múltiples desde las primeras páginas. Se comprende que detecte algunas cosas más que un lector ajeno al mundo editorial, pero me sigue resultando vergonzante que se saquen al mercado obras que, aunque buenas en su estado original, quedan desvirtuadas por la traducción, masacradas por editores y coordinadores editoriales y destrozadas por la política empresarial de las compañías del ramo: «¡Me importa un carajo la calidad, tú termínalo en fecha y olvídate del resto!». Apañados estamos.
  • He vuelto a vivir el espectáculo de la feria de San Isidro. Esta noticia, por sí sola más bien insípida, se diversifica en cinco subnoticias: i. llevamos la verbena adosada a nuestros genes de modo que resulta imposible extirpar este y otros muchos deplorables hábitos; ii. la subraza ibérica se pierde irremisiblemente en un mar de sangres indígenas, orientales y postsoviéticas; iii. se habla mucho de los chorizos de altos vuelos pero, ¿es acaso menos delincuente el "hostelero de verbena" que cobra 10 € por una jarra de cerveza o 3 € por una ración de pan? Los primeros salen de los segundos; iv. para grata sorpresa mía, la población china joven participó de buen ánimo, dejándose los euros como los demás. ¡Ya era hora!, y v. el domingo, día 19, precio especial: atracciones a 1 €: hora y media o dos horas de cola a cambio de un descuento de 2 €. Los asiduos de la verbena caen así en las mismas trampas de márketing de siempre. Así pues, ¿un ser humano esperando dos horas en una cola cuesta 2 €? No me salen las cuentas.
Y la buena:
  • A pesar de todos los obstáculos imaginables en forma de atracciones de feria ciclópeas con mecanismos endiablados capaces de aterrorizar al mismo Drácula, la primavera conseguía abrirse camino ayer por la tarde por varios vericuetos arbóreos y se presentaba ante nosotros en forma de fresquísima brisa montana cargada con los aromas de la falda sur de la Cuerda Larga. Entreverado con el polvo del camino verbenero y las guirnaldas de banderas inciertas, el aire casi frío llegaba y azotaba con suavidad nuestras mejillas asombradas. Primavera en la Tierra.