martes, 26 de febrero de 2008

Desconcierto entre nubes

El viernes pasado, 22 de febrero, andaba trasteando por aquí como un día laborable cualquiera cuando, a ráfagas, empezaron a llegarme unos gritos de un lugar indefinible al principio, por lo extraño. Eran como cientos de gatos maullando, pero parecía que venía... ¡del cielo!

«¿Qué será eso?», me pregunté, y me precipité a la terraza para mirar hacia arriba. El sol chocaba contra mis ojos y tardé en percatarme de la tenue manta de píxeles alados que cubría el cielo. ¡Demonios, son cigüeñas! Docenas y docenas de cigüeñas volando sobre el enorme caserío de Madrid, montando una tremenda algarabía que, por una vez, no procedía de las verbenas o fiestas de origen humano, sino de una de las pocas porciones de naturaleza salvaje que aún se pueden contemplar. Parecían desconcertadas a tenor de sus bandazos... a un lado, a otro, arremolinándose, al este, al oeste, al norte. Si estaban jugando, era un juego no exento de ansiedad.

«¡Que encuentren el camino, quiero que lo encuentren!», pensé para mis adentros. Dentro del movimiento hormigueante predominaba la componente este, y hacia allá, hacia el Retiro, las vi dirigirse. «¡Mal asunto, pobres cigüeñas!» Por un momento consideré la posibilidad de que se perdieran en un lugar tan inhóspito como debe ser este visto desde el cielo. Pero no... ¡puf!, respiré hondo: finalmente parecieron coger un rumbo más o menos firme, en dirección nordeste, en busca de algún marjal. «Buen camino», pensé, «van hacia Guadalajara; buena tierra.»

En la foto solo se ven unas pocas, eran muchas, muchas más, todas juntas en grata compañía.

jueves, 21 de febrero de 2008

Brote

Tras semanas (pocas, me temo) de obligado letargo en que la naturaleza nos ocultaba su fuerza, llega la noche del 20 al 21 de febrero, eplipse total de luna, y repentinamente... ¡zas! los dos olmitos que me acompañan deciden que ha llegado la hora de sacar pecho. ¡Ahí están, como unos valientes, sin miedo a las heladas ni a los depredadores!

Todos buscamos signos, y los hay de muchos tipos. Unos son más difíciles de interpretar que otros, pero todos son signos a fin de cuentas.

Adelante, olmito alegre, eres pequeño pero fuerte, rodeado como estás de esa planta geométrica tapizante. Te cuidaré, lo mereces por tu optimismo.

martes, 19 de febrero de 2008

Círculo (con intenciones de) perfecto

Para aquellos despistados que no saben qué decisión tomar, les informo: la solución no entraña largas discusiones de acercamiento, tensión y disensión; es puramente técnica, objetiva:
  • Bollo ZP, bizcocho clásico con Zanahorias y Pasas. En general, la gente dice de él que es bueno, pero resulta a todas luces demasiado bueno.
  • Tartaleta RAJOY, con Rábanos, Ajos, Jengibre, Olivas y Yedra. Es un misterio, y una prohibición para los que nunca tomarán nada que no lleve pasas. No es fácil decidirse por él.
  • Bizcocho APA, la propuesta definitiva. Bizcocho de limón clásico con Arándanos, Pasas y Almendras (en la imagen):
  1. 250 gr de harina, 150 gr de aceite, 150 gr de azúcar. Se mezclan y baten bien. Se añade un sobre de levadura. Si la masa queda muy espesa, añadid unas cucharadas de leche.
  2. Se añaden dos huevos, la ralladura de un limón y el zumo del mismo. Una cucharadita de canela y a mover. Una pizquina de vainilla y lo mismo. Un chorrito de anís (opcional).
  3. Se añaden los arándanos y las pasas a la mezcla. Se mueve bien. Se vierte en el recipiente.
  4. Se parten unas cuantas almendras y se vierten sobre la masa, junto con unas ráfagas suaves de azúcar glassé.
  5. Al horno, 35 min 180 ºC. Dejad enfriar antes de atacar.

jueves, 14 de febrero de 2008

Bernie, the Hippo

No me acostumbro. Por más que lo intento, no puedo con él. Es superior a mí. En realidad, muy superior.
Me acerco, le pido algo casi en un murmullo, y él ni se inmuta. A lo sumo, resopla un poco. Como mucho, alza levemente un ojo y emite un «¿Mmmmmmh?»
Y yo me asusto, claro, me quedo patidifuso, con mi papel en una mano y con la otra sin saber qué hacer. ¿Le doy un golpe? Inútil, ni lo nota y, si le inquieto, puede llegar a engullirme. ¿Hago aspavientos? ¿Salto, grito, gesticulo? Da igual. Daría lo mismo.
Impertérrito, sigue mascando, sigue comiendo. Pero... ¡demonios! miro y... ¿qué es lo que veo? ¡Está comiéndose el soufflé de trufa que tenía preparado para mis amigos! ¡Serás capullo, Bernie?
-¡Son mis derechos! -me dice con voz huracanada.
Salgo corriendo, despavorido. Lo intentaré mañana...

domingo, 3 de febrero de 2008

Securitas Caló

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