jueves, 21 de mayo de 2009

Extraños sucesos inexplicables

Las flores de tres pétalos de la tradescantia (amor de hombre) muestran una curiosísima geometría triangular; la rapidez con que brotan los nuevos tallos del jazmín deja atónito a cualquier observador; pero, hasta ahora, nada sorprende tanto como la aparición de unas anómalas hojas en un olmito americano que creció sin pedir permiso en una maceta que no era la suya.

Durante semanas he estado pensando en cortarlo, arrancarlo de la tierra y dejar a las cintas ─antiguas arrendatarias del tiesto─ desarrollarse en plenitud: al fin y al cabo, el futuro de un árbol en un recipiente es incierto y limitado. Pero ante este inesperado brote de exotismo, esta manifestación casi cirquense de extraña belleza, decido conservarlo e, incluso, darle la oportunidad de crecer sin tantas estrecheces. Quién sabe, quizá se convierta en un hito de este discreto jardín.

A todo le veo sentido; pero no me atrevo siquiera a insinuar que todo lo tenga.