viernes, 10 de julio de 2009

Lorentz, espacio y tiempo

(El verano, tórrido, chiringuista y playero, aleja a España de la ciencia; el otoño ─con sus hojas por el suelo─ no es buena época para empezar; en invierno pronto llegan las navidades, con sus compromisos y sus compras, y la primavera ofrece tantos estímulos que cualquiera se queda en el laboratorio.)

Los fundamentos de la relatividad están entre nosotros. El factor gamma introducido por Lorentz (en la ilustración),
me lo está diciendo claramente:
  • Los automovilistas que veo en el arcén cuando voy a lomos de Blaqui (en la foto, el Opel negro) han debido dejar, como es reglamentario, el triángulo rojo de señalización a 50 m del auto. Sin embargo, yo mido tan solo 5 m. Esta contracción de longitud implica, ni más ni menos, que voy a una velocidad de crucero de 0,995c. Es decir, el Astra que heredé de mi padre me transporta a una velocidad de... ¡298500 kilómetros por segundo! Increíble para un automóvil de más de 17 años. Trust Germany!
  • Jóvenes macarrillas de anillos orejeros y pezoneros con reproductores mp4 Camela Mix se cruzan en mis carreras por el parque de San Isidro. Tras el recorrido, constato con rotundidad que los que eran imberbes de 12 años usan poses y ademanes de jóvenes de 18, mientras que los adolescentes de 18 años actúan con vicios y costumbres de hombres de 27. Es fácil comprobar que en ambos casos estamos hablando de una dilatación temporal de 1,5. Esto significa que circunvalo el parque a una velocidad de 0,745c, es decir, voy a 223500 kilómetros por segundo. ¡No está mal para un tarrilla que presenció en su día las declaraciones del alcalde Tierno: «¡Madrileños, el que no está colocao, que se coloque y al loro!» ¿A qué se referiría exactamente? Esto sí que no tiene explicación ninguna.