lunes, 12 de noviembre de 2012

Lamentaciones

Entré en casa y encontré esta consabida nota sobre la mesa, junto a una rosa negra en exceso trágica y firmada en rojo sangre para darle más ambiente goticoépico al asunto...

Todo esto es algo más que un sueño. Es una farsa. Una gran farsa a escala planetaria. La gran farsa.
Deshecho el misterio, la vida me cansa, me aburre. 
Perdida la gracia, alegrías y penas muestran el mismo sabor insípido que ni agrada ni molesta.
«¡Compañeros del mundo...» ...Acabemos ya con esta vida que surgió de la nada y terminó en el más ridículo de los nihilismos.

Estas frases habían sido escritas con la clara intención de (tratar de) impresionar. Como es previsible, no consiguieron su objetivo. Si en algún momento vi el suicidio con un ligero aroma poético, fue tan solo en los breves días de lectura de Werther, una etapa obligada, como obligado es pasar a la siguiente. El suicidio no es más que un acto supremo de voluntad, y eso sí puede tener un cierto atractivo para algunas personas. Aparte de eso, es por su propia naturaleza el acto negativo absoluto. La negación total y rotunda. Así que no puedo menos que rechazarlo. El sí siempre vale más que el no.