martes, 11 de marzo de 2014

Requiem

Castilla miserable, ayer dominadora
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ...

[A orillas del Duero, Antonio Machado]

Salvando las distancias entre el momento en que escribió don Antonio y el momento actual (miserable y andrajos resultan hoy quizá en exceso catastróficas), hay algo en el aniversario que se celebra hoy que me lo ha traído a la mente.

Dedicado a todas las personas que, en su día, hace diez años, 

pensaron que este país ibérico había cometido un error histórico 
al entrar en un conflicto en Medio Oriente, 
que estábamos pagando las consecuencias 
de tal intervención 
y que había que remediarlo 
escapando de allí lo antes posible. 
Un pensamiento no demasiado digno, 
no demasiado gallardo, 
no demasiado heroico (olía al rastro que deja la desbandada), 
pero que funcionó con suma eficacia en el momento preciso.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Cámaras web y redes sociales, tecnologías anacrónicas

La tecnología bicéfala constituida por las cámaras en combinación con las redes sociales es maravillosa, estupenda, casi genial. El uso masivo e indiscriminado que se hace de ella es la prueba evidente de sus descomunales posibilidades. Caras, culos, ojos, tetas, cabezas, personas de cuerpo entero, grupos de personas, personas con animales, animales sin personas, ríos, mares, montañas, paisajes, etc., cualquier persona, objeto o situación sirven de excusa para publicar al mundo entero lo que deseamos comunicar, al instante y sin trabas.

Dicho así, la tecnología parece maravillosa; desgraciadamente, la realidad no es tan halagüeña: las imágenes que se suben a las distintas redes sociales son, casi sin excepción, mortalmente aburridas, anodinas, absurdas, hasta siniestras. En resumen: poco interesantes y nada edificantes.

¿A quién le interesan los selfies de los actores de América del Norte o de Europa del Sur? ¿A quién los momentos capturados en las fiestas latinas o germánicas? ¿A quién esos momentos pseudopoéticos que la gente sube con el afán inconfesado de obtener muchas, muchas manitas con el pulgar hacia arriba? No hay ni interés ni poesía ni enseñanza de ningún tipo en esto; hay paja, tierra, hueso machacado, hierba seca, restos de insectos, pelos y carne seca en cantidades ingentes, bestiales. Pero nada más.

¡Por todas las diosas y dioses de las civilizaciones antiguas! ¿Por qué no habría siquiera una cámara mal puesta en algún rincón del campo de la batalla de las Termópilas? ¿Ni siquiera un micrófono pudieron poner en algún lugar del cuerpo de Julio César justo el día de su asesinato? ¿A nadie se le ocurrió poner una camarita en el mástil de una de las carabelas de Colón? ¿Un simple microfonito no podían haber instalado en el tribunal que juzgó a Galileo? ¿Qué habría costado una miserable cámara en un rincón oculto del estudio de Isaac Newton? ¿Y qué me dicen de intentar captar, aunque fuera de refilón, un momento íntimo de Napoleón con su Josefina, de Hitler con Eva Brawn o de Iosif Stalin con su hija? ¡Eso sí habría tenido interés, o no?

Y ya puestos a pedir: ¿quién se olvidó de poner la cámara unos días antes de la caída del meteorito en la península del Yucatán, hace unos 65 millones de años? ¿Y quién se olvidó de colocar otra en lo profundo de una caverna de Atapuerca, hace unos cientos de miles de años, o en la de Altamira, hace unos veinte mil años? ¿Se imaginan poder contemplar el momento en que un Homo Neandertalensis entra en contacto con un Homo Sapiens Sapiens? ¿Y qué me dicen del Monte de los Olivos hace unos dos mil años? Eso son momentos interesantes y lo demás son estupideces.

Mientras la gente no se preocupe en serio de las cosas realmente provechosas, seguiremos atiborrados de imágenes, con o sin sonido, que, una vez escurridas, se quedan en nada.

¿Pero qué estoy diciendo? Todo el mundo sabe que las redes sociales son el patio de vecinas de la aldea global del siglo XXI. Y yo sin enterarme, ¡qué cretino!